martes, abril 25, 2006

Matan a pobres corazones.


Ellas nunca tuvieron la vida que quisieron, es mas, pensaron que una vez que los polluelos crecieran, estos volarían lejos, y de vez en cuando volverían al hogar. Pero pasó lo contrario; antes de romper el cascarón, el huevo-hogar, cayó desde la rama más alta, sin que nunca nadie haya podido encontrar sus restos.
Señoras embobadas con la revolución y la igualdad, tuvieron que salir a luchar contra el silencio, ¿acaso existe algo peor que hablarle a las paredes?. Recorrían caminos ficticios todos los días, uniendo pistas que conducían al principio.
Rompieron el miedo y el silencio. Se dieron cuenta de que no fueron las únicas madres a las que les quitaron el alma, sino que eran cientos como ellas, que dejaron de ser, de vivir, esperando en puerto embarcaciones que hasta hoy no llegan.
Qué les decimos, qué hacemos ahora, cómo consolamos a las madres, que creyendo haber terminado el duelo, habiendo encontrado sus familiares, se desmoronaron, ayer, hoy, sabiendo que nada es cierto, que todo fué una mentira, que las autoridades las tranquilizaron inventándoles cuerpos, para que no peleen más, para callarlas tal vez.
Todos sabían que había algo malo, una irregularidad, pero todos callaron, VERGUENZA NACIONAL, y ante el mundo. Los derechos humanos, no son un juego de palabras de moda, ni solamente juzgar a militares. Los derechos humanos hablan de dignidad, de reivindicación del ser vejado. Es verdad y justicia.

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