martes, octubre 17, 2006

….Se olvida del hombre, se olvida de dios…

Eso del resentimiento se desplaza, se vierte sobre canales, va a parar a cloacas, se nutre de la mierda de la ciudad y finalmente desemboca en el mar, perdiéndose entre las millones de desesperanzas. No es desahogo, me di cuenta –al fin-, es una creación colectiva para achacarle a un ente nuestras frustraciones, miedos, deseos de pequeñez. Es una forma para no asumir nuestros errores, para no cuestionarnos, para no sufrir por nuestra culpa, un chivo expiatorio. Pero asumámoslo, la autocrítica es ajena al chileno y por ende a mí también.

Los mini fracasos, los ¿por qué a mi?, los ¿en qué fallé?, nos enceguecen y no nos permiten ver mas allá de la actual caída. Así mismo, los “desde hoy en adelante”, son falsas esperanzas, mentiras psicológicas que terminan por subirnos el ánimo con efectos medibles en minutos. ¿Qué hacemos entonces?, ¿Es posible ver el vaso medio lleno, cuando el resto tiene sus copas rebalsadas?, ¿quién se cree eso de nuestras “individualidades”, si todas las ovejas mienten?,¿comeremos algún día duraznos, si los duendes se acabronaron con ellos?.

Y usted el imponderable, el magnus, el fetichista por excelencia, vengativo si hablamos mal de vos?, qué cuenta, que nos tiene que decir. ¿Le gusta reírse de los huevones que se rompen las rodillas, para cumplirle una “promesa”?. ¿Convénzame?

1 comentario:

. dijo...

Mmmm, yo diría más bien que son copones cerveceros esos rebalsados, pero en fin, creo que muchas críticas son autocrítica, nos molesta aquello que resuena en nosotros, el asunto es que siempre parece ajeno. Estoy un poco dispersa, saludos
¿de qué quiere ser convencido?